En sus orígenes, un blog era simplemente un diario personal. Tal vez debería decir «querido diario» o «hola a todos», pero prefiero ser directo: este sitio quiere ser un blog en el verdadero sentido de la palabra. El diario donde expreso mis pensamientos y los comparto con vosotros.
No encontraréis una sección de comentarios. No por miedo a los haters—esos se desactivan con humor—sino porque los bots automáticos hacen la gestión frustrante y a menudo inútil. Lo que realmente quiero es que mis pensamientos, relatos e ideas os lleguen, activen reflexiones y dejen libres las conexiones mentales. En algunos casos acabarán en el vacío, en otros echarán una mano, en otros más… quién sabe.
Si queréis discutirlo, los canales están ahí y van mucho más allá de los comentarios. A mí me gusta charlar, profundizar, incluso discutir animadamente. La discusión es maravillosa cuando tiene bases sólidas y sentido, incluso con opiniones diametralmente opuestas.
Este discurso tenía un objetivo: deciros qué será este espacio y prometeros que haré todo lo posible para actualizarlo y comunicarme con vosotros. Con la esperanza de que, piedra tras piedra, o mejor, paso a paso, se active una red más amplia e interesante.
He pasado este fin de semana ordenando el sitio y aquí estoy, al final del día (bueno, ya es lunes), publicando el primer post de bienvenida.
Buenos días. O mejor, buenas noches dada la hora.
Bienvenidos a Frammenti.