La paciencia: de enemigo a aliado

Una vez pensaba en la paciencia como un enemigo. No quiero decir el típico cliché, pero me molestaba de verdad. Lo sentía cuando esperaba un producto, la descarga de un juego o la llegada de un evento. Pero me equivocaba, y gravemente.

La paciencia, si se contextualiza bien, es un vehículo increíble.

Cuando la vivimos mal, llegamos a poner enormes expectativas sobre un evento. Luego el evento llega y, habiéndolo cargado de esperas, lo destruimos. A menudo no lo vivimos como deberíamos, no digo mal, pero tampoco tan bien como podría ser.

La paciencia nos impide iniciar un camino con un terapeuta, por ejemplo. La salud mental no es lo que la sociedad muestra: es fundamental al igual que la física. Un tema complejo y vasto. Ver la paciencia como enemigo nos lleva a evitarlo, con el riesgo de empeorar todo.

Si en cambio vemos la paciencia como escalones, como los pasos de los que ya hablaban Lao Tzu y Sun Tzu, pasos que poco a poco construyen, todo cambia. ¿Pero queréis entender cómo? Con una adición simple pero poderosa: la micro-gratificación.

Probablemente mi mente de gamificación lo pensó, no lo sé. Sin duda, desplazar el concepto de gratificación a micro-gratificación permite observar mejor la paciencia y apreciar su poder intrínseco.

La paciencia nos conduce a pensar, razonar y construir. Si la gratificación será la meta grande, las micro-gratificaciones son las metas intermedias. Juntas, tenemos la fuerza para afrontarlas y relanzarlas.

En resumen, después de tantos años he entendido que no es un enemigo sino un aliado considerable. Esto no significa renegar de la belleza de la espera o el deseo de ver y vivir algo, pero si lo afrontamos con enfoque positivo, la paciencia puede dar mucho.

No escribo esto como mero post filosófico sobre la paciencia, sino para ayudar, si es posible, a otras personas. Personas quizás como yo en crisis o con dificultades en muchos temas de la vida, pero con la posibilidad de cambiar leyendo y pensando.

Quiero compartir este pensamiento mío, y también logro, con vosotros. Uno de tantos fragmentos.

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