Verticalizar: el esfuerzo de hoy que se convierte en bienestar de todos mañana

Verticalizar. Un término que siempre he sentido mío. Pero esta última semana, observando la escuela de mi hijo, mis estudiantes universitarios, las personas a mi alrededor, he entendido cuán fundamental es. Y cuán incomprendido.

Qué significa verticalizar

Empecemos por lo básico, porque el concepto no es inmediato.

Horizontal significa aplicar el mismo enfoque a todos. Igual para todos. Es la lección frontal idéntica para treinta estudiantes. Es el método de trabajo estándar para todos los empleados. Es eficiente, escalable. Pero genérico.

Vertical significa personalizar el enfoque sobre el individuo. Adaptar. Es analizar cómo esa persona específica aprende, funciona, rinde. Es costoso en términos de tiempo y energía. Pero efectivo.

Y aquí la distinción fundamental: no son enemigos. Son complementarios. Lo horizontal es la base, el fundamento común. Lo vertical es la personalización que parte de esa base. No uno contra el otro. Uno con el otro.

El malentendido de la equidad

«Pero si personalizas para uno, no es justo para los demás.»

Esta objeción la escucho a menudo. Y entiendo de dónde viene. Pero confunde igualdad con equidad.

Imaginad tres personas frente a un muro alto. Una persona alta, una mediana, una baja. Dar a las tres la misma caja, enfoque horizontal, parece justo. Pero no lo es. La persona alta ve por encima del muro sin caja. La baja, incluso con caja, no llega.

Dar cajas de diferentes alturas, enfoque vertical, para que las tres puedan ver por encima del muro: esto es equidad.

Verticalizar no es privilegio. Es dar a cada uno lo que necesita para llegar a la misma meta. No es bajar estándares. Es adaptar el camino manteniendo el destino.

Verticalizar en la educación

Como docente universitario, he aprendido esto en carne propia. O mejor, en la piel de mis estudiantes.

Ejemplo concreto: un estudiante brillante, inteligentísimo, pero con diagnóstico de AuADHD, autismo y ADHD combinados. Yo, por formación y pasión, uso mucho el diálogo socrático. Preguntas abiertas, construcción compartida del razonamiento, expansión hacia Platón, Aristóteles, Wittgenstein.

Con este estudiante no funcionaba. Se bloqueaba. A pesar de su inteligencia evidente, el método se estrellaba contra su neurodivergencia. El diálogo socrático requiere flexibilidad cognitiva rápida, gestión de ambigüedad, capacidad de navegar la incertidumbre. Todas áreas donde el AuADHD crea dificultades.

Estudié. Entendí. Cambié mi enfoque comunicativo. Estructura más clara, puntos fijos explícitos, camino definido pero con espacio para su contribución. Mismo objetivo didáctico, desarrollar pensamiento crítico, pero camino adaptado.

¿Resultado? El estudiante floreció. Aprendió. Y yo aprendí.

Pruebo estrategias, a menudo me equivoco, lo admito con candidez. Pero cuando funcionan, la satisfacción es enorme. No porque «yo gané.» Sino porque ese estudiante descubrió cómo aprende él. Y lo llevará para siempre.

El costo de la verticalización

No miento: verticalizar cuesta.

Cuesta tiempo. Analizar a cada persona requiere horas que a menudo no tienes.

Cuesta energía. Emocional, cognitiva. Intentar, fallar, reintentar es agotador.

Cuesta esfuerzo. Físico, mental. Es más simple aplicar el mismo método a todos.

Y pienso en los docentes de todos los niveles, a menudo mal pagados, para quienes la enseñanza es su trabajo principal. Entiendo la tentación de lo horizontal. Entiendo el cansancio.

Pero siempre me pregunto: «¿Por qué no hacerlo?»

Aunque me esfuerce hoy, sé que como sea habré hecho algo potencialmente positivo. Y quizás, esa persona lo hará con otros mañana.

El bienestar de mañana

Porque esta es la tesis que quiero compartir: el esfuerzo de verticalizar hoy se convierte en el bienestar de todos mañana.

¿Ese estudiante con AuADHD que aprende con método vertical? Mañana no necesitará apoyo continuo. Será autónomo. Habrá aprendido cómo funciona él. Y quizás, se convertirá en adulto que comprende a otros neurodivergentes.

¿Ese empleado que entrenaste verticalmente, entendiendo cómo rinde mejor? Mañana será más productivo, más motivado, menos necesitado de microgestión. Y quizás, se convertirá en manager que verticaliza a sus colaboradores.

¿Ese hijo al que enseñaste a aceptar y usar sus peculiaridades? Mañana será adulto sereno, consciente, efectivo. Y quizás, se convertirá en padre que verticaliza a sus propios hijos.

El esfuerzo es inversión. El bienestar es rendimiento. No inmediato. Pero exponencial.

La progresión: de uno mismo al mundo

Y aquí el principio fundamental: la verticalización no es un principio en sí mismo. Es algo que debe aplicarse, ante todo, sobre nosotros mismos.

Primer paso: verticalízate a ti mismo.

¿Cómo funcionas? ¿Cuáles son tus límites? ¿Tus miedos? ¿Qué necesitas para rendir al máximo? Si no te entiendes a ti mismo, ¿cómo puedes entender a los demás? La metacognición, observarte mientras piensas, es verticalización interior.

Segundo paso: comprende que no es privilegio.

Estudia. Lee. Entiende que personalizar no es favorecer. Es necesidad, no lujo. Es equidad, no injusticia.

Tercer paso: aplica en los hijos.

Cada hijo es diferente. Mismo amor, enfoques diferentes. No es preferencia. Es inteligencia parental. Lo que funciona con uno puede no funcionar con otro. Y está bien así.

Cuarto paso: aplica en el trabajo.

Estudiantes, empleados, colaboradores. Cada uno rinde mejor con enfoque personalizado. No es debilidad gerencial. Es liderazgo efectivo. No es pérdida de tiempo. Es inversión en productividad futura.

Quinto paso: expande al mundo.

¿Y si todos hicieran esto? Efecto multiplicador. Ese estudiante verticalizado hoy, mañana será padre o maestro que verticaliza. Esa persona comprendida hoy, mañana comprenderá a otros. El bienestar no queda individual. Se expande. Geométricamente.

¿Qué mundo queremos?

Verticalizar cuesta esfuerzo hoy. Lo repito porque es verdad, no debe negarse.

Pero la pregunta es: ¿qué mundo queremos construir?

¿Uno donde todos deben adaptarse al mismo molde, y quien no puede queda atrás?

¿O uno donde el molde se adapta a las personas, y cada uno puede dar lo mejor de sí?

Yo he elegido. Y cada vez que veo a un estudiante, un hijo, una persona florecer con enfoque vertical, sé que he elegido bien.

El esfuerzo de hoy es el bienestar de mañana. No solo tuyo. De todos.

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