Nos estamos acercando a Navidad, período que para mí siempre ha sido complejo. A posteriori, quizás la complejidad está precisamente ligada al sesgo. Lo estoy entendiendo, observando. Esta Navidad me ayudará a entender más.
Por lo demás, admito que en esta ocasión estoy más en modo de investigar que de hablar. El enfrentamiento directo con el sesgo, para dar un símil que todos podamos entender, como haber golpeado al sesgo y hacerlo caer del caballo, ha abierto una nueva realidad.
Lo he herido, profundamente. Pero no está derrotado. Esto lo sabía, no era posible. Lo que no sabía era su evolución.
El sesgo contraataca
Desde la última vez hasta hoy, el sesgo ha evolucionado. Y se está posicionando ante mí de manera sutil.
No quiero ser demasiado críptico, pero intento explicarlo con similitudes. Imaginad una guerra con un enemigo. Este enemigo siempre se ha sentido fuerte, avanzaba siempre sin temor porque sabía que en el enfrentamiento frontal, incluso las batallas más complejas, las ganaba.
Entonces un día el adversario, yo, aplica una estrategia diferente y detiene el avance del enemigo. Lo hiere. Empieza a recuperar terreno.
La guerra de veintiséis años
El enemigo tiene experiencia de más de veinte años. El sesgo se creó alrededor de los 18 años. Ahora tengo casi 44. Veintiséis años de guerra.
No es inexperto. Me estudia nuevamente e inicia estrategias diferentes. Ya no me ataca frontalmente, sino que hace ataques dirigidos, destinados a cortarme los suministros y ponerme en crisis. Ataques para retomar el control.
Los vi, afortunadamente. Pero golpearon. Me ralentizaron.
Ahora mi desafío está ahí. El paso está ahí. No me rindo porque el estado de bienestar obtenido, los objetivos alcanzados, la nueva mirada a la vida y el efecto rizoma que quiero dar los siento a mi alcance.
El efecto rizoma
El efecto rizoma toma inspiración de dos filósofos: Gilles Deleuze y Félix Guattari.
¿Qué decían? Un modelo que rechaza la estructura jerárquica y lineal, como un árbol, para abrazar una estructura reticular, múltiple y no ordenada.
El rizoma no tiene centro. No tiene jerarquía. Se expande en todas direcciones, crea conexiones en todas partes, multiplica los puntos de contacto.
Si lo pensáis, mucho de lo que he escrito, mucho de lo que aún no está escrito, funciona así. No es una línea recta. No es un camino ordenado. Es una red que se expande.
Y noto que funciona con los humanos. Funciona cuando hablo con otros, cuando escribo aquí y otros leen. Lo siento como un poder que puede ayudar al individuo y puede ayudar a la comunidad.
Cómo funciona el rizoma
Un ejemplo concreto. Una clienta con quien tengo excelente relación. Un día, por casualidad, empezamos a hablar de filosofía por audios. Desde entonces, al menos un mes, intercambiamos audios largos sobre varios temas. Un hilo conductor pero muchas ramificaciones.
Método socrático. Preguntas, respuestas, más preguntas. Elementos comunes pero también diferencias. Y es precisamente esto lo que lo hace hermoso.
Ahora la considero Amiga. Y tenemos una idea: si logramos, transformarlo en podcast. Para que otros puedan escuchar. Porque queremos ayudar.
Ella podría ser una de las aliadas que busco para expandir el rizoma. Círculos concéntricos: yo, ella, otros. No jerarquía, sino expansión. No imposición, sino compartir.
El individuo mejora con herramientas. El individuo que mejora comparte. Compartir crea otros individuos que mejoran. Y así sucesivamente. Rizoma.
No es un árbol donde yo soy el tronco y los otros las ramas. Es una red donde cada nodo es igualmente importante, y las conexiones se multiplican.
Esto es lo que quiero hacer. Esto es lo que el sesgo intenta bloquear.
De héroe a antihéroe a estratega
Siento ahora que ya no soy ese mito del héroe, no mío, que me fue señalado hasta el punto de reforzar el sesgo.
Soy el antihéroe listo para ese pragmatismo, ético, dirigido a mejorar. No combato contra molinos de viento como Don Quijote. Finalmente tengo una idea para ayudar al mundo.
Sí, hay ambición. Pero desde que mi mente eliminó esa parte de memoria siempre llena a causa del sesgo, he tenido ideas en el trabajo, ideas para mí, ideas sobre todo.
Quiero compartir, quiero hablar y quiero ayudar. Pero quiero ayudar no con ataque directo inútil que pierde energía, sino con esa estrategia un poco como Temístocles. Cuando para vencer a los persas abandonó Atenas, se hizo a la mar con la flota, se dirigió a Salamina. Y allí sabía que tendría la estrategia para vencer a los persas.
No fuerza bruta. Estrategia.
El contraataque sutil
El sesgo, cuando lo herí, vio esto. Y los nuevos ataques nacieron precisamente para llenar de nuevo mi mente.
Antes atacaba frontalmente. Miedo al Juicio de los Otros, directo, fuerte, reconocible. Lo nombraba, perdía poder.
Ahora es sutil. No ataque directo sino ataques laterales. Pequeñas ansiedades, pensamientos que parecen legítimos pero son suyos. Dudas que parecen razonables pero son sus armas.
Intenta cortar los suministros. Intenta llenar de nuevo el ancho de banda cognitivo. Intenta bloquear las actividades que me liberan.
Pero los noté. A tiempo. Y ahora la pelota es mía. Yo debo gestionar y evitar.
La paciencia y el swing
La paciencia nos puede ayudar. Nada se resuelve en un instante, pero se puede resolver.
Y pensando en el golf, cuando suceden estos momentos, recuerdo el swing. Pienso en el swing para vaciar la mente e iniciar esa actividad que el sesgo intenta bloquear.
Anoche, cuando el sesgo intentaba bloquearme, pensé en el swing. Vacié la mente y abrí un videojuego estratégico al que le tengo cariño. Victoria 3, con todas sus complejidades, sus variables, su caos que orquestar.
Poco, pero lo jugué. Suficiente para activarme, para probar mi capacidad de gestionar complejidad. Mi capacidad como orquestador del caos.
Cuando logro hacer esto, el sesgo pierde terreno.
La batalla continúa
El sesgo no está derrotado. Ha evolucionado. Usa estrategias sutiles.
Pero lo vi. Y esto cambia todo.
Ya no es una guerra donde él avanza y yo defiendo. Es una guerra donde reconozco los ataques, los nombro, los gestiono.
La pelota es mía. El juego está abierto. Y el rizoma se expande.
Círculos concéntricos. Del individuo a la comunidad. De la batalla personal a la ayuda colectiva.
No fuerza bruta. Estrategia. Como Temístocles en Salamina.
El sesgo contraataca. Pero estoy listo.